Nuestra actitud es lo que hace la mayor
diferencia entre el éxito y el fracaso.
Ninguno de nosotros tenemos como blanco fracasar;
Dios nos ha llamado para que demos lo mejor para su reino. El éxito no es un
lugar o un destino, sino mas bien un recorrer/jornada. El éxito final de
nosotros será escuchar a Dios decir “ven buen siervo, en lo poco fuiste fiel,
en lo mucho te pondré.” No seremos juzgados de acuerdo a lo bien que hicimos el
servicio de la semana con los juveniles, o la cantidad de jóvenes que logramos
llevar al campamento o la convención regional; Dios nos llamara a cuentas por
la forma en la cual nutrimos los adolescentes que el puso en nuestras manos. La
actitud cuenta por un 70% de la efectividad de nuestro trabajo.
Nuestra actitud puede cambiar nuestros
problemas en Bendiciones.
Una de las mayores causas de las malas actitudes
es la presencia de problemas. Los problemas nos presentan la oportunidad de
crecer o de gemir. Nuestra actitud determina el resultado. Por lo general, los
problemas tienen tres fases:
Primero, tenemos que llegar al punto de reconocer
que existe un problema. Muchas personas
viven toda su vida actuando como si no tienen problemas. El primer paso que uno
debe tomar cuando va a tratar con un problema es reconocer que tiene un
problema. Ningunos somos exento. Nuestra dependencia de Dios para ayudarnos con
estos problemas es algo muy importante.
La segunda fase es hacer un análisis de lo que
causo el problema. Es necesario aprender de nuestros errores. En la mayoría de
los casos algo muy especifico causo el problema. Una evaluación detenida de los
eventos, o circunstancias, que llevaron a uno al problema usualmente nos ayuda
a determinar la causa del problema. Si continuamos haciendo lo que siempre
hacemos, entonces recibiremos lo que siempre recibimos. Para implementar las
soluciones y resolver nuestros problemas, es necesario cambiar nuestros métodos
y nuestra actitud.
La fase final de un problema esta en escoger actuar
para resolver el problema. No es suficiente saber que uno tiene un problema o
aun saber porque lo tenemos, también tenemos que escoger actuar para cambiar el
problema; ósea, tenemos que poner de nuestra parte y tomar acción cuando sea
necesario. Muchas de las veces el mayor cambio que tenemos que hacer es el de
nuestra actitud. Recuerde, nuestro problema no es nuestro. Pedro dice: “echando
toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros,” 1 Pedro
5:7. Cristo quiere
encargarse de nuestros problemas.
Por David Blair
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