En la Biblia encontramos en varias
instancias, cargas de responsabilidad hacia el ministerio a los jóvenes. Puede
decirse que Moisés fue el primero que trato con esta área. En el capítulo seis
de Deuteronomio, después de decides que debían amar a Dios con todo su corazón,
alma y fuerzas, Moisés les dice luego: "Y estas palabras que te mando hoy,
estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablaras de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al
acostarte y cuando te levantes. Y las ataras como una serial en tu mano,
y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes I de tu
casa, y en tus puertas".
Hay tres inferencias que se sacan de
este pasaje dice Ben Patterson (Youthworker Magazine): La primera es que la educación de sus hijos debería estar
entretejida dentro de las actividades cotidianas.
Debía
ser parte integral de la vida de la familia y de las relaciones comunitarias.
El propósito de Dios era
Que la verdadera fe fuera aprendida en el contexto de la
vida cotidiana.
La segunda inferencia es que los hijos debían de ser instruidos en la fe por toda la comunidad, no solamente por los miembros inmediatos de la familia. La responsabilidad mayor era para los padres, pero cada miembro de la comunidad hasta cierto grado era cargado con la responsabilidad de "pasar" la fe a los '' hijos de la congregación.
La segunda inferencia es que los hijos debían de ser instruidos en la fe por toda la comunidad, no solamente por los miembros inmediatos de la familia. La responsabilidad mayor era para los padres, pero cada miembro de la comunidad hasta cierto grado era cargado con la responsabilidad de "pasar" la fe a los '' hijos de la congregación.
La tercera inferencia del mandamiento de Moisés
es que todos los adultos de la comunidad eran responsabilizados con la transmisión de una tradición a sus hijos. Había un
cuerpo de verdades que debía ser pasada de una generación a otra.
Siglo tras siglo, se le decía a la juventud de Israel que, era al Dios de Abraham, Isaac y Jacob que ellos
adoraban. "Como fue en el principio, es ahora, y así será, mundo sin fin", este era el fundamento de su visión de la verdad.
Siempre que el pueblo cumplió con la tarea de
transmitir la fe de sus padres a sus hijos, la vida espiritual del pueblo estuvo a salvo. Pero cuando estos fallaron, lo
inevitable vino, la desviación de las generaciones que no conocían a Dios. Jueces 2:10 lo resume así: "...y se levantó después
de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que el
había hecho por Israel".
Es trágico que en muchas iglesias nuestras no estamos
reteniendo a nuestra juventud quizás porque no estamos haciendo el trabajo que debemos hacer. Muchos jóvenes que nacieron
en la iglesia al llegar y a cierta edad, se van y los perdemos. Es imperativo que la iglesia funcione
como una comunidad de fe y tome cuidado de los
hijos en su seno.
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